No nos damos cuenta de los cambios en las bibliotecas hasta que no pasan unos cuantos años y volvemos la cabeza hacia atrás. Es ahí cuando vemos que esa adaptación y evolución, de la que tanto se habla, es una realidad latente en el mundo bibliotecario. Y es que las bibliotecas están tan hechas a esos cambios que hace que cualquier novedad de ahora dentro de diez años se vea como algo del pasado (e incluso puede que abandonada u obsoleta) o como algo que se ha asimilado y adoptado hasta convertirla en algo imprescindible.

En una biblioteca todo evoluciona. Evoluciona el usuario que requiere nuevos servicios y productos en la biblioteca. Evoluciona el bibliotecario/a para adaptarse a ese nuevo usuario. Evoluciona la colección para convertirse cada vez más en algo evaporable en lo que importa es el aquí y el ahora. Evoluciona el espacio para convertir a la biblioteca en un lugar cómodo y agradable en el cual el usuario quiera pasar su tiempo. Evoluciona la tecnología a pasos agigantados y la biblioteca trata, como bien puede, de ofrecer las últimas novedades y utilidades. Y hay cambios en los presupuestos (más bien involuciona el presupuesto) que hace que las bibliotecas se tengan que adaptar a lo poco que hay.

 

Y aunque todavía queden usuarios, bibliotecarios/as, colecciones, espacios y tecnologías en las bibliotecas sin evolucionar (o que van unos escalones por detrás en esta evolución) son estos los puntos claves y esenciales para que una biblioteca funcione, a los cuales habría que sumar el presupuesto (y nunca restar).

Ahora bien, las bibliotecas de hoy en día se encuentran con usuarios que requieren más de lo que se les puede dar y usuarios que requieren lo esencial. Bibliotecarios/as implicados con los cambios y la adaptación y bibliotecarios/as que no dan más de sí y les ahoga el día a día. Colecciones que crecen en algunas bibliotecas y colecciones que se mantienen en otras. Espacios reorganizados con espacios sin posibilidades de cambio. La nueva tecnología con la tecnología del siglo pasado. En definitiva, bibliotecas que tienen que lidiar con necesidades del ayer, del hoy y del mañana.

Los usuarios como razón de ser de las bibliotecas

Los usuarios son uno de esos pilares imprescindibles en las bibliotecas. Sin ellos las bibliotecas perderían su sentido actual de centros de información, evasión y entretenimiento. Sin ellos las bibliotecas volverían a ser meros almacenes de libros custodiados y empolvados.

Las bibliotecas deben atraer a los usuarios con servicios atractivos para ellos, además de ayudar y recomendar en sus necesidades informativas. Tienen que ofrecerles un plus que haga que sientan la necesidad de ir a la biblioteca sí o sí. Y, además de llamar la atención de los que todavía no son usuarios, deben cuidar y hacer que no se vayan los que sí son usuarios de las bibliotecas.

Hay que tratar de hacer partícipes a los usuarios en lo que son (serán) las bibliotecas. La creación de un “banco de ideas” en el cual se sientan importantes de la construcción de servicios para la comunidad puede ser una buena opción.

Los bibliotecarios/as como conectores de usuarios y bibliotecas

El bibliotecario/a es el conector entre las necesidades de los usuarios y los servicios que oferta la biblioteca. El bibliotecario/a es el motor de la biblioteca, es el que dinamiza y pone en marcha a la biblioteca y la conexión con su comunidad.

Para ello es imprescindible la formación continua de los profesionales y el reciclaje permanente para no quedarse estancado. La actitud de servicio, la comunicación con usuarios y compañeros, y la motivación son también otros puntos imprescindibles para un buen servicio.

La colección como activo imprescindible de las bibliotecas

La colección es un bien muy preciado tanto por las bibliotecas como por los usuarios. El papel de conservación y preservación de la misma evolucionó al de circulación. De hecho, una colección es buena cuando tiene buenos índices de circulación entre los usuarios.

Ahora nos encontramos en un momento de cambio en las colecciones. Un momento de cambio protagonizado por los contenidos digitales y que, poco a poco, se están haciendo un hueco dentro de las colecciones bibliotecarias. Un momento en el cual deben convivir tanto lo físico y lo digital por el bien de las bibliotecas y el uso por parte de los usuarios.

Algo que las bibliotecas deben tener en cuenta, también, es el uso de contenidos digitales en dominio público, en libre acceso o con licencias Creative Commons para ampliar sus colecciones sin necesidad de tener que hacer un desembolso económico. Simplemente bastaría con añadir dichos contenidos, o directamente los enlaces, a sus catálogos.

La reorganización y adaptación de espacios en las bibliotecas

Las bibliotecas se han de convertir en espacios acogedores y en los cuales los usuarios se sientan cómodos. En definitiva, convertir a la biblioteca en el tercer lugar del cual hablaba el informe “Prospectiva 2020: Las diez áreas que más van a cambiar en nuestras bibliotecas en los próximos años”.

Es interesante la puesta a disposición de los usuarios de espacios para la creación. Espacios como pueden ser los bibliolabs o makerspaces en los cuales los usuarios puedan dar rienda suelta a sus necesidades creativas e imaginativas.

También las bibliotecas deben ser conscientes que sus espacios ya no son solamente físicos, sino que ahora también están online. Espacios en los cuales dar soluciones y respuestas a los usuarios. Espacios en los cuales informar y hacer que se sientan cómodos los usuarios con la biblioteca. Espacios de generación de confianza.

La tecnología como puente de acceso, comunicación y creación en las bibliotecas

Tanto los programas (software) como los equipos (hardware) deben estar lo más actualizados (a la última, o quizás a la penúltima) para que ese puente de acceso, comunicación y creación en las bibliotecas sea real y un éxito. No se le pueden dar a los usuarios de las bibliotecas programas desactualizados o equipos que nada tienen que ver con la realidad (equipos de más de 5 años).

La conexión y la conectividad también son importantes para el usuario. Un usuario que va a la biblioteca con sus propios dispositivos y busca una buena conexión y un lugar para conectar sus aparatos.

El presupuesto en las bibliotecas, la asignatura pendiente

El pilar del presupuesto bibliotecario es un pilar que se tambalea constantemente. Un pilar que no se sabe cuando va a caer (más de lo que está). El presupuesto destinado para las bibliotecas deja mucho que desear, y más si se compara con buenos años como fueron el 2008 o el 2009.

Sin duda que las bibliotecas tienen que explorar nuevas vías de financiación. Pensar en donaciones de instituciones, organizaciones o empresas. Mirar hacia el micromecenazgo (microdonaciones) de los usuarios. El presupuesto bibliotecario parece estar en peligro de extinción y es capaz de arrastrar a todos los pilares básicos. Quizás ha llegado el momento de buscar esas nuevas vías como suplemento a la obligatoriedad administrativa.

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