No todo es paz y tranquilidad en las bibliotecas. No son pocas las ocasiones en las cuales tanto el personal bibliotecario como los usuarios de las bibliotecas se ven sorprendidos por situaciones que salen fuera de la normalidad. Situaciones que hacen que las personas que las viven se tengan que frotar los ojos, e incluso pellizcarse, para saber si es verdad o es simplemente un sueño (o una pesadilla).

 

Seguro que si trabajas en una biblioteca o si eres una persona asidua a las mismas, en más de una ocasión has pensado que lo que estabas viendo no podía ser verdad. Que esa situación sale fuera de lo esperado en la biblioteca. Situaciones irracionales y que rozan el absurdo… aunque también es verdad que se dan situaciones mágicas y que son un placer encontrarlas en la vida por la fuerza emocional que transmiten.

Situaciones a las que se podrían sumar las (tristes) peleas entre usuarios por ocupar un sitio en la biblioteca o por celos, las visitas de animales (perros, gatos, burros, lobos, gorriones, murciélagos, pollos, mantis religiosas, arañas, cucarachas…) a las instalaciones, el dejar encerrados a usuarios o trabajadores en la propia biblioteca, los típicos calentones entre enamorados, e incluso situaciones que van más allá con el típico usuario que usa la biblioteca para ver contenidos X.

Y es que hace unos días pregunté a mis colegas del Facebook sobre las situaciones más surrealistas que habían vivido en sus bibliotecas. (¡¡1 millón de gracias por vuestras aportaciones y tiempo!!). Entre esas respuestas he seleccionado las siguientes, aunque todas eran buenísimas. Comparto también con vosotros un artículo publicado por ASNABI lleno de situaciones curiosas y divertidas del mundo bibliotecario: “La biblioteca es un lugar en el que pasan cosas” (Gracias Clara Flamarique por compartirlo). Situaciones que darían para seguir alimentando la serie “The Librarians” (comedia australiana) y que bien comparte Eva Méndez entre los comentarios.

Os dejo ya con estas 44 situaciones vividas por el personal bibliotecario en primera persona. Situaciones que seguro os arrancan más de una sonrisa y que incluso pueden llegar a emocionaros.

“Un usuario me regaló una botella de vodka (necesitado no estaba) y me comentó que la había escondido en el 2 de la CDU.” [Sergi Montes]

“Mis usuarios suelen ser en su mayoría niños y una tarde se estaban portando especialmente mal, así que le metí al audio de la biblioteca unos temillas de Napalm Death. Varios de ellos vinieron a decirme que se callarían y dejarían de molestar si les quitaba la música. Por supuesto les quité la música y no dieron más follón.” [Martín Campoy López]

“¿Cuenta encontrarse una rodaja de chorizo en un libro utilizada como marcapáginas?” [Anna María Ballester Bohn]

“En una biblioteca infantil fueron de visita los niños del jardín y la maestra dijo «bueno, nos vamos, saludamos a la biblioteca» y Una nena se quedó al final, tirándole besos a las estanterías (se lo tomo literal).” [Carolina López Scondras]

“Llamar a casa de un adolescente para reclamarle un documento que no había entregado al vencimiento y que su madre te conteste: eso es imposible. Mi hijo no lee” [Celia Millán González]

“Una compañera vino a trabajar de empalmada de la graduación con el vestido y todo. Le dolían tanto los pies que iba descalza.”  [Julia Tapiador Vázquez]

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“En tiempos de los ficheros metálicos con fichas de cartulina (años 80), un lector arrancó la ficha del fichero y en el mostrador de préstamo nos dijo: ¡éste quiero!” [Francisco Pelegrina López]

“Un transexual que ejercía la prostitución en una caravana, aparcada al lado de la carretera hacia una gran ciudad costera, al lado de la nuestra, había empezado un tratamiento hormonal para el aumento de pecho. Venía a leer la prensa mientras las mantenía al aire, nos comentaba que era bueno para el tratamiento, la tranquilidad de el rincón de la prensa, el aire acondicionado…” [Eduard Aguilar]

“También tuvimos un usuario holandés, sobre el 1’90, unos 50 años escasos, que cantaba, en la sala general, a volumen karaoke, muy bien, por cierto, a Robbie Williams. él decía que estaba un poco «pallá» por culpa de experimentos que habían hecho con él los servicios secretos alemanes, cuando trabajaba para ellos.  La cosa no acabó muy bien, pero un tiempo después, fuentes bastante fiables nos confirmaron que sí, sus facturas del hotel las pagaba el Ministerio del Interior alemán…” [Eduard Aguilar]

“Cuando trabajaba el las bibliotecas públicas municipales de Málaga un usuario me puso una queja porque no le daba Internet, pero es que lo quería en su casa” [Juan Jiménez Fernández]

“Una noche forzaron la entrada y un grupo de chavales hicieron botellón dentro de la Biblioteca. Cuando se fueron dejaron todo lo del botellón en un mismo sitio recogido y cerraron la puerta de entrada. No se llevaron nada y tampoco ensuciaron.”  [GeekTeca]

“Cuando estuve en la Biblioteca Pública de Vallecas, me vinieron a preguntar si había libros para plantar Marihuana, y otro sobre cómo falsificar pasaportes, imagínate mi cara, a ambos les dije que se fueran a la Biblioteca del Ministerio del Interior, que seguro que allí los había” [Carolina Martín Carretero]

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“Me encontré 20 euros dentro de un libro que estaba catalogando. Me los quedé.. ssshhhhhhh!!! Estaba de becaria!” [Verónica (de Alicante)]

“Hace algunos años. En la primera visita a la biblioteca Vasconcelos con mi peque. Le gustó tanto este espacio que se puso a cantar a todo pulmón.” [Verónica Silva]

“Surrealista fue el día que vino un hombre a contarnos que se le había olvidado la maquinilla de afeitar en el baño. Con toda normalidad nos contó que después de afeitarse se le había olvidado. Allí la teníamos en objetos perdidos.” [Rafa Ramos]

“Hay un usuario que viene todas las mañanas, mayor y tras algunas investigaciones tiene un tratamiento que lo deja un poco cansado, el caso es que tras varios días echándose la siesta en las sillas «tan incomodas» de la planta baja junto al mostrador de préstamo donde yo estoy, le he recomendado los sillones mucho más cómodos de la primera planta. Me da un poco de pena se le ve que necesita un poco de tranquilidad y la ha encontrar aquí. Eso si es muy educado y respetuoso, sus pequeñas siesta tan solo duran una hora no más.” [Celia Ramos]

“Tener que pedir a una pareja que estaba «haciendo el  amor» en los aseos, que por favor, terminaran ya, que la biblioteca había cerrado hacia 10 minutos y me tenía que ir a buscar a los niños al colegio. Nunca me he sentido más aguafiestas que aquel día” [Enrique Bravo Robles]

“Declaración de amor con la sala de estudio a tope, con entrega de ramo de flores incluida (a mi, pobre bibliotecario, no, a una estudiante)” [Enrique Bravo Robles]

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“Lamentablemente, no podemos hacer excepciones a la hora de escoger a nuestros usuarios, pasa poco pero cuando pasa, te encuentras a cada friki… Os explico el caso de un señor que hace tiempo venía a la biblioteca y se traía la torre del PC, el cableado, la pantalla, el mouse, todo todo dentro de su carrito de la compra.” [Gabriela Paíno Sáez]

“Preguntaron en mostrador si habíamos encontrado una dentadura en la hemeroteca” [Gema Costa]

“Pues en la mía un usuario reto a otro para que saliera a la calle, mientras se quitaba no las gafas, se iba quitando ¡la dentadura!” [Maria Jesús Acín González]

“Un niño bajarse los pantalones y amagar con hacer sus necesidades en plena biblioteca. Menos mal que su padre lo detuvo a tiempo.” [Moisés De Tapia García (Situación dada hace ya unos cuantos años)]

“Cuando era becaria, en la biblioteca de Biblioteconomía en Granada vino una estudiante de bellas artes a pedirme un libro en el que se viera «el éxtasis de santa Teresa» porque quería copiarlo en una tarta de cumpleaños con una manga pastelera. Me quedé tan perpleja que le dije que le hiciera una foto. Bueno, me trajo un pedazo de la tarta, muy buena, y se veían las líneas de algo, supongo que del éxtasis.”  [Elvira Ruiz De Osma]

“Una persona metió una bicicleta en la sala de estudio. Al decirle que no podía meter la bicicleta dijo: no hay ningún cartel que lo prohíba. Mi respuesta fue: tampoco hay ningún cartel que prohíba hacer barbacoas y tampoco se puede…” [Beatriz Molina]

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“Un usuario de Mediateca entra en la Biblioteca Pública Arroyo de la Miel. corriendo, con grandes aspavientos y movimientos constantes de cabeza y manos grita: «¡un ordenador, un ordenador que estoy inspirado y voy a contactar con el cosmos, hoy los extraterrestres están esperando que les llame!” [Maite Ortigosa Delgado – Biblioteca Pública Arroyo de la Miel]

“En la biblioteca de Canena, en Jaén, me encontré en una estantería un corderito y los niños me decían que porque me enfadaba si estaba bien colocado. Efectivamente estaba en la sección de Animales. No me puede reír más. Qué ocurrencia.” [Carolina Rubio Chaves]

“Cuando hacía prácticas en una biblioteca había un profesor de derecho de Venezuela que estaba de año sabático y se había venido a investigar temas de su interés a España. Era muy simpático, se pasaba el día en la biblioteca. Tanto se hizo del lugar que un día a la hora de la comida cerré la biblioteca y me fui, ahí se quedó el señor encerrado hasta las 17 h. que regresé, estaba para que le diera algo (no había móviles en esa época ni modo de avisar). Desde ese día a las 13 h. ya estaba preparado en la puerta para salir.” [Ana Barrero Tiscar]

“También, nada más inaugurar la, nos robaron las tapas de un wc, pero como debía se un poco honrado/a él caco/a, nos dejó instalada la suya, que sólo tenía una de las tapas.” [Maria Jesús Acín González]

“En otra de las bibliotecas donde he trabajado, nos colocaron justo debajo la escuela de música. Todos los día, a las 18h, tocaban el himno nacional y mi compañera y yo nos levantábamos al escucharlo y nos poníamos la mano en el corazón” [Maria Jesús Acín González]

“Bueno en la Biblioteca Virgilio Barco de Bibliored acá en Bogotá fue famoso el caso de un anciano que iba varias veces a leer los diarios y un día fue como siempre, se sentó a leer y al finalizar sacó una pistola y se suicidó delante de todos. Yo no estuve ahí pero fue algo tétrico. Bastante surrealista” [Wilmer Arturo Moyano Grimaldo (No vivida en primera persona]

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“En una biblioteca donde trabajo (el SENA o Servicio Nacional de Aprendizaje) una compañera nos contó una historia muy surrealista, de un usuario muy hippie que siempre iba y pedía una Biblia en particular. Un día la bibliotecaria le preguntó a él porque siempre pedía esa Biblia y no otra y él muy descaradamente me dijo que era porque las hojas de esa Biblia eran de lo mejor para armar porros… Uppsss!” [Wilmer Arturo Moyano Grimaldo (No vivida en primera persona]

“Al poco de llegar a la biblioteca, hace ya 13 años, un usuario (13-14 años), me dijo que había escondido unas hojas de marihuana (cosecha propia) en un tomo de una de las enciclopedias. A día de hoy todavía no las he encontrado…” [Sandra Cánovas Dólera – Biblioteca de Agramón]

“Una vez suspendimos a un usuario en la Sala de Internet de la Universidad que estaba viendo material pornográfico. Cuando fue a la oficina a hablar conmigo le dije que la sala no era para ver ese tipo de información, que si le gustaba mucho podía verlo en su casa y me respondió en que en mi casa mi mamá no me deja… me sonreí y le dije pues imagínate que aquí yo soy tu mamá”. [Fanny Galea Machado]

“Vino un usuario muy enfadado a quejarse que mientras estudiaba se le había caído la mesa, protestando muy alterado porque teníamos las cosas en malas condiciones en la biblioteca y era indignante. A los pocos días descubrimos al mismo chaval en este vídeo de Youtube. Cuando se lo dijimos y amenazamos (en broma) con que tenía que pagar la reparación salió corriendo y se estampó contra el arco antihurto. Al final acabamos riéndonos todos y se convirtió en un buen amigo.”  [Marta Vázquez Vázquez]

“En el falso techo de la biblioteca donde trabajaba, todas las primaveras anidan gorriones. Así que cuando hay silencio (cosa rara porque en la planta baja está el gimnasio municipal y siempre se escuchan a todo volumen los últimos éxitos de Zumba) se puede escuchar a los pollitos (o guacharos como ser dice x aquí) piando. Suelen volver a final de otoño y en invierno, escapando del frío. La verdad es que no sé si es más raro lo de los gorriones o lo del gimnasio” [Maria Jose Rodriguez]

“A mi una vez en una biblioteca escolar me vino a preguntar un chaval de unos 11 años por los planos de un helicóptero, que se estaba «haciendo uno de verdad a escala 1:1» y otra vez se me pusieron a jugar al voleibol con un preservativo a modo de «globo zepelín” en el medio de la biblioteca utilizando las mesas como red, obviamente.” [Javier González Cachafeiro]

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“Se metió un murciélago y el muy….. se plegó y se metió entre dos libros. Tres horas tardaron en encontrar al bicho mientras yo esperaba en la puerta y me negaba a entrar hasta q eso no saliera” [Olga Picazo Sordo]

“A mi pasó una tarde noche que justo a dos minutos de cerrar apareció un señor, que se tambaleaba porque estaba totalmente ebrio, que después de un largo rato para preguntarme si tenía el ‘liiiiiiiibrooo’ «Los piiiilaaaaaareeeees deeeee laaa tiiieeeeerraaaa», no se creía que lo tenía prestado y me contestó: «pueeeeees no meeee voyyyyy haaaaasta queee no meeee deees el liiiiiiiibrooo», con la voz de estar bastante bebido. Acabamos llamando a la policía porque no se iba….y sí que pasé un poco de susto porque podía haber sido agresivo. No entendía que el libro estuviese prestado.” [Isabel Luque]

“Hubo un tiempo en el que nos empezaron a faltar libros…. hasta que por pura casualidad, un día vi a una usuaria subida de puntillas a la taza del váter, intentando tirar un libro por un tragaluz. No la interrumpí; bajé e informé amablemente a su secuaz de que esperaba que lo que cayese fuera de mi agrado porque me lo iba a llevar. No se volvió a repetir, y al día siguiente teníamos tres de los libros desaparecidos en el buzón de devoluciones.” [Nati PC]

“En la mía, hace dos años, un usuario dejó una mochila que contenía la urna con las cenizas de su mujer en una taquilla. Cuando la encontramos hubo que llamar a la policía que se ocupó de localizar al dueño.” [Maria Jesús Acín González]

“A mi uno me dijo aquello de: «estás para que te coma el tigre», mirándome con ojos muy fijos… a lo que le contesté: yo ya tengo tigre que me coma. Se enfadó muchísimo conmigo la directora” [Carolina Martín Carretero]

“En mi época de estudiante, haciendo las prácticas en una biblioteca escolar. Estaba sentada tomando notas, y de pronto vi la cara de horror de otras dos practicantes sentadas en otra mesa. Fue todo tan rápido! La estantería de lado a lado se cayó a mis espaldas. Me salvé de ser aplastada porque alcancé a inclinarme hacia adelante entre el banco y la mesa, cuando por el rabillo de mi ojo vi caer una masa de libros y oí un rápido crujido. Suerte que no había niños en ese momento tampoco.” [Gisela Kolossa]

“Una situación embarazosa fue la de una compañera. Al volver del servicio se percató que se había paseado por toda la sala con parte de la falda metida entre las medias. Vamos que lucio su trasero.” [Esther Escriche]

“Cuando trabajé en la Hemeroteca Nacional venía un señor mayor cada semana a pedirnos periódicos de Rumanía y Bulgaria, teníamos que pedirlos a Alcalá para que los trajeran. Estábamos intrigadas porque eran periódicos de los años 70 y en rumano, búlgaro… y el señor no daba la impresión de conocer esas lenguas, aunque nunca se sabe. Así que un día le pregunté para qué nos pedía esos periódicos, me dijo que para ver las combinaciones de la lotería!! :D A saber si le tocó!!” [Ana Barrero Tiscar]

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