No todo lo que sucede en una biblioteca es siempre «tan bonito» como trato de mostrar en mis publicaciones. Hay una cara menos amable sobre el día a día que cientos de miles de profesionales han vivido, viven o vivirán en algún momento de sus trayectorias profesionales. Quizás empujado por las ganas de motivar o quizás movido por un optimismo desmedido, he dejado un poco abandonada esa cara B sobre el trabajo del personal bibliotecario.  

Últimamente me voy encontrando con profesionales que me cuentan las tristes situaciones por las que pasan. Situaciones en las cuales no se sienten apoyados y no están preparados ni personal ni profesionalmente, según me indican. Manifiestan que hay días que es casi mejor no levantarse de la cama, incluso hay otros que se cuestionan si han escogido el camino correcto al trabajar en una biblioteca. Profesionales 100 % comprometidos con su trabajo y sus bibliotecas, pero desencantados con esa ficticia vida profesional prometida llena de éxitos. Ya os podéis imaginar que estas confesiones me descolocan por completo y hacen que incluso me cuestione si lo que cuento en mi blog es exagerado o ficticio. Incluso hay profesionales que me preguntan directamente si he trabajado en alguna biblioteca o si acudo a ellas.

Quizás sea necesario hacer un ejercicio en el que se pongan todos los problemas profesionales sobre la mesa para tratar de abordarlos. Una buena forma sería a través de unas jornadas en el que se aparquen los casos de éxito y se hable de manera abierta de los principales problemas y fracasos. O repensar los planes formativos para incluir asignaturas que enseñen al personal bibliotecario cómo lidiar con las personas y sus distintas problemáticas o cómo gestionar el tiempo y la falta de recursos. Quizás sea necesario, de vez en cuando, mostrar y leer esta letra pequeña que nadie explica o cuenta en eventos, foros o en Internet sobre el trabajo en las bibliotecas.

La letra pequeña sobre el trabajo del personal de biblioteca

1. El personal de biblioteca experimenta una exposición directa con la realidad social.

El personal bibliotecario tiene que estar preparado profesional, mental y psicológicamente para afrontar la distinta casuística social existente. Estar preparado ante la problemática del desempleo que afecta a la comunidad de personas usuarias de la biblioteca, a la pobreza que hace que personas sin hogar pasen gran parte del día en las bibliotecas (sobre todo en invierno), o a la inmigración para lo cual hay que ser empáticos y entender el cambio cultural, social o idiomático de estas personas.

2. El personal de biblioteca debe lidiar con el conflicto, el vandalismo y la falta de seguridad.

En múltiples ocasiones el personal bibliotecario es testigo de distintas discusiones entre personas usuarias de la biblioteca. El silencio es algo que se presupone en la biblioteca, aunque habría que matizar que lo que se debe buscar en una biblioteca es la falta de ruido. Hay personas que a la mínima palabra ya están mandado callar para que haya silencio absoluto, lo que incita a la discusión y al conflicto entre dichas personas (y allegadas o simpatizantes tanto de un bando como del otro). El vandalismo (robos, peleas, destrucción de los recursos de la biblioteca…) y la falta de seguridad ante personas con trastornos de diversa índole (agresividad, mentales…) son también problemas con los que deben lidiar los profesionales bibliotecarios en su día a día.

3. El personal de biblioteca debe gestionar la carga de trabajo, la falta de tiempo y los múltiples imprevistos que puedan surgir.

El personal bibliotecario cuenta con escaso tiempo para la innovación y la creación de nuevos servicios, proyectos y actividades. Y es que su jornada laboral está completa con las diversas funciones y tareas que debe desempeñar. Esta carga laboral (a la cual se le van sumando otras acciones como la presencia de la biblioteca en las redes sociales) lleva al personal de biblioteca estrepitosamente hacia la monotonía laboral en la que prima la catalogación, colocación, búsqueda y préstamo de libros y ordenadores. Dicha monotonía se ve interrumpida «gracias» a los múltiples imprevistos que puedan surgir. Como, por ejemplo, principalmente la caída de Internet o del sistema informático, lo cual da más problemas a estos profesionales.

4. El personal de biblioteca debe gestionar de manera adecuada las relaciones profesionales internas.

Como en cualquier otro empleo, la relación con los distintos compañeros es esencial para el buen desarrollo del trabajo. Pero, y por desgracia, también existe el mal rollo entre profesionales de las bibliotecas. Bien por envidias en el plano personal y profesional, o por cargas laborales indeseadas al llevar a cabo funciones y actividades que no le corresponden, o por malentendidos, e incluso por clases o grupos dentro de la biblioteca (por ejemplo, distinción entre personal fijo y personal temporal). La gestión de las emociones, sentimientos y empatía debe ser algo a trabajar desde el núcleo de la biblioteca para favorecer su buen funcionamiento e imagen.

5. El personal bibliotecario debe estar preparado para la escasez de recursos, el fracaso y la caída de las estadísticas.

El personal de biblioteca debe aprender, a marchas forzadas, a hacer malabares con los escasos recursos de las bibliotecas. Los presupuestos destinados a las bibliotecas son irrisorios, dejándolas en una situación más que comprometida. Los esfuerzos, horas extra y la buena voluntad del personal bibliotecario tampoco garantizan que el trabajo desarrollado (nuevos servicios o actividades) sean un éxito rotundo. Es más, pueden fracasar y no ser utilizados por nadie. Cosa que lleva a la desilusión profesional y a la falta de ganas iniciar nuevamente otros proyectos. A toda esta escasez de recursos y sensación de fracaso, se le puede sumar la caída de las estadísticas de las bibliotecas. Sin duda que unos ingredientes perfectos para la desmotivación profesional.

6. El personal de biblioteca ante la temporalidad, el desempleo y el «enchufismo» laboral.

Para trabajar en una biblioteca pública o bien se accede por medio de un contrato temporal a través de la empresa privada, o bien se accede a través de una oposición. Son muchos los profesionales que optan por la primera opción ante la escasez o no existencia de una oferta pública, y a riesgo de estar mal remunerados los trabajos y sin la estabilidad deseada. Y lo prefieren, en gran medida, porque preparar una oposición requiere mucho tiempo, trabajo y esfuerzo en horas de estudio… y tampoco está garantizado el éxito. Luego estaría el llamado enchufismo profesional, a través del cual profesionales sin cualificación o conocimiento ocupan puestos en bibliotecas. Lejos de tener la culpa estos profesionales, la problemática reside en la Administración pública (sobre todo local) y empresas privadas por falta de valoración de la importancia del bibliotecario.

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