¿Qué les está pasando a las bibliotecas escolares? La gran mayoría de centros educativos dispone de biblioteca, pero según pasan los años aumenta también el número de alumnos que nunca las utilizas. El «Barómetro CICLIP sobre la comprensión lectora infantil y primaria» no deja en buen lugar ni a las bibliotecas escolares ni a las bibliotecas públicas. Este informe llega a cuestionar incluso la metodología de las bibliotecas escolares, así como la falta de elementos motivadores para su uso por parte de los estudiantes.

El objetivo de dicho Barómetro es conocer las opiniones de docentes sobre la situación en lectura y comprensión lectora de sus alumnos con edades comprendidas entre los 5 y los 12 años.

Desde el informe se señala la necesidad de establecer nuevas metodología motivadoras y específicas para convertir a las bibliotecas en espacios con nuevas características.  También es significativo la bajada de la participación de los centros educativos con las bibliotecas públicas, y proponen la creación de una ley que establezca lazos de unión entre ambos organismos públicos para tratar de acercar a estos usuarios hacia la biblioteca.

El 92,1 % de los centros educativos cuentan con una biblioteca, dato que aumenta 2,1 puntos con respecto al año anterior. Aun así, también aumenta el porcentaje de alumnos que nunca utiliza la biblioteca. Y es que el 31,8 % de los estudiantes nunca las utilizó. En la misma línea caen el resto de visitas en recreos o por las tardes finalizadas las clases, pronosticando una tendencia negativa en el uso de las bibliotecas por parte de los alumnos en los próximos años.

Aunque la totalidad de centros educativos dispone de biblioteca, los índices de uso de la misma decaen de forma importante respecto a 2017, mostrando un importante desencanto de este espacio para los alumnos.

El 38,3 % de los docentes encuestados declaran que los alumnos no acuden a la biblioteca por iniciativa propia. Los momentos preferidos de los alumnos que si van son el recreo matinal (27,8 %), el recreo de mediodía (19,9 %), por la tarde una vez han finalizado las clases (14,1 %).

El porcentaje de alumnos que visitan la biblioteca del centro educativo por iniciativa propia cada vez es más bajo, de manera que un 81,8 % no las visitan nunca o una vez por semana. Esto evidencia la necesidad de establecer metodologías y didácticas diferentes, motivadoras y específicas para poder cumplir con este objetivo, y convertir la biblioteca en un nuevo espacio con nuevas características.

Este reducido porcentaje de visitas a la biblioteca escolar plantea varios interrogantes sobre los que valdría la pena reflexionar: ¿tienen los alumnos poco tiempo para visitar la biblioteca? ¿los alumnos no encuentran motivadores ni atractivos los libros en papel? ¿los alumnos prefieren utilizar más el soporte digital que el papel para leer, o por el contrario los alumnos no utilizan ni el soporte digital ni el papel para leer? ¿se están realizando desde la biblioteca escolar actividades que motiven a los alumnos? ¿deberían plantearse bibliotecas con un peso más específico hacia lo tecnológico y lo interactivo?

Hay un descenso muy significativo en la colaboración de los centros educativos con las bibliotecas públicas para fomentar la lectura de los alumnos. En 2017 el 69 % de los docentes declararon promover actividades de visita a las bibliotecas públicas, en 2018 solo el 50,6 % declaran haberlo hecho.

Otro aspecto interesante a destacar es que la mitad de los colegios no colabora con bibliotecas públicas, perdiendo la oportunidad de instaurar el hábito lector como actividad extraescolar en estos espacios. La disposición de una ley que permitiera una mejor comunicación entre colegios y bibliotecas públicas, ayudaría de forma notable a potenciar el hábito lector de los niños y a establecer la biblioteca pública como un lugar para el disfrute familiar.

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