Los bibliotecarios manejan grandes cantidades de información cada día, son personas muy entendidas en todas las materias que cubren sus bibliotecas, son personas cultas que cultivan su intelecto y seguro que tienen hasta un punto friki para responder a las preguntas más inverosímiles que les lancemos. En definitiva, los bibliotecarios pueden no saber la respuesta a todas nuestras preguntas, pero seguro que sí que saben donde encontrarlas.
Eso es lo que debían pensar los usuarios de la Biblioteca Pública de Nueva York en el siglo pasado (en la actualidad ya existe Google o Yahoo! respuestas) a raíz de las preguntas recogidas por los bibliotecarios de la época y que desde hace un tiempo la propia biblioteca está compartiendo a través del hashtag #letmelibrarianthatforyou (deja que el bibliotecario lo haga por ti) en Instagram.
Es una lástima que las bibliotecas no se hayan convertido en Google, aunque fuese a través de responder este tipo de preguntas [entre otras], o por el simple hecho de dar acceso (de manera libre) a cientos [millones] de libros digitalizados… pero bueno, eso son temas que ya traté tiempo atrás y no hay vuelta de hoja [quizás faltó conocimiento y no saber mirar más allá del papel]. Lo único medio claro que me queda de este tema es que cuando ya no exista Internet, las bibliotecas seguirán ahí (espero).
Volviendo al tema de hoy, y siendo sincero, no sé qué pensarían los bibliotecarios al recibir las siguientes preguntas que comparto en el post. Por una parte veo algunas de las preguntas bastante normales para la época donde el acceso a la información no era como el que tenemos hoy en día y que demuestran la clara confianza en el mundo bibliotecario por parte de las personas… y por otro lado veo un cierto cachondeo en las preguntas si se realizasen hoy mismo, pero como son de otra época pues vamos con ellas:
Las bibliotecas recomiendan
Pregunta formula por una mujer el 22 de agosto de 1963 cara a cara con el bibliotecario: ¿Puede la NYPL recomendarme un buen falsificador?
Las bibliotecas lo saben todo, ¡todo!
Pregunta formulada el 1 de octubre de 1945: ¿Cuánto pesa el cerebro de Napoleón?
Pregunta formulada el 21 de enero de 1944: ¿Qué porcentaje de todas las bañeras en el mundo se encuentran en los EE.UU.?
Las bibliotecas y la familia
Pregunta formulada el 20 de febrero de 1961: ¿Hay una ley en Nueva York por la que un niño puede llegar a ser ajeno a su padre si no se gustan entre sí?
Pregunta formulada el 3 de septiembre de 1962: ¿Dónde puedo encontrar algo en los aspectos cómicos de embarazo?
Las bibliotecas bailan
Pregunta formulada el 16 de julio de 1944: ¿Cuál es la importancia del movimiento de la cadera en la danza hawaiana?
La estrecha relación entre bibliotecas y animales
Pregunta formulada en octubre de 1976: ¿Por qué los cuadros ingleses del siglo 18 tenían tantas ardillas en ellos, y cómo se las domesticaba para que no mordiesen al pintor?
Pregunta formulada el 15 de junio de 1967: [Pregunta] ¿Cuál es el enemigo natural de un pato? [Bibliotecario] ¿Qué quieres decir? [Pregunta] «Bueno, todo un vuelo de ellos aterrizó en mi piscina y he ondeado una escoba, pero lo único que hacen es mirarme y graznar. Pensé que podía introducir el enemigo natural en el área de la piscina.
Pregunta formulada el 27 de mayo de 1947: ¿Qué significa cuando sueñas que estás siendo perseguido por un elefante?
Las bibliotecas se mojan
Otra pregunta (sin fecha, pero con respuesta): [Pregunta] ¿Qué país tiene el mayor número de mujeres honorables? [Respuesta] «Bueno, es una cuestión de definición, ¿no es así?
Las bibliotecas escuchan
Pregunta formulada por teléfono el 13 de septiembre de 1947: ¿Es este el lugar donde hago preguntas que no pueden obtener respuestas?
Estoy seguro que esto no solo ocurriría en la NYPL. Seguro que de estas hay todos los días alguna en las bibliotecas ya sea de manera presencial, por correo electrónico, teléfono, redes sociales… así que desde ya os invito a compartir vuestras experiencias a través de los comentarios. Muchísimas gracias.
[…] las bibliotecas van un paso por delante. Y no solamente por el hecho de que hace un tiempo las bibliotecas eran el Internet de la […]