«Ir o no ir a la biblioteca, esa es la cuestión». Parafraseando la famosa frase escrita por William Shakespeare en Hamlet, se pone en relieve la decisión personal entre el uso y el no uso presencial de la biblioteca en estos momentos. Una clara escenificación que cuestiona tanto la buena voluntad como la desgana e incluso miedo que nace en el interior de las personas a la hora de acudir a las instalaciones bibliotecarias. Momentos en los cuales fuerzas opuestas chocan y generan dudas solamente salvables por los beneficios de una y otra.
Dejando a un lado la parte literaria y profunda del universo intencional de las personas, es necesario cuestionarse por qué se está dejando de ir a las bibliotecas. Es verdad que el confinamiento causado a raíz de la pandemia mundial ha traído los lógicos estragos en el uso presencial de la biblioteca. Pero el problema no es ese. El problema real de la biblioteca física está viniendo después. Y es que el desconfinamiento de la población y la apertura parcial o total de las bibliotecas y la afluencia de público no van por caminos paralelos, sobre todo en lo referente a personas que no utilizan la biblioteca como mera sala de estudios.
¿Qué está pasado realmente en la biblioteca física? ¿Volverá todo alguna vez a la «antigua normalidad»? Vaya por delante que son preguntas de difícil respuesta, incluso puede que no las tenga o que solamente sea todo cuestión de tiempo y confianza. No obstante, a continuación, formularé una serie de hipótesis de lo que ha podido y puede estar sucediendo en buena parte de las bibliotecas.
Hipótesis 1: Las personas tienen miedo a ir a la biblioteca por si se contagia.
Existe un grupo de personas que puede llegar a experimentar miedo de ir y utilizar las instalaciones y servicios bibliotecarios. Miedo a la propagación por aire y/o miedo a la utilización de los distintos materiales y recursos de la biblioteca. Dichas personas pueden estar tranquilas y seguir utilizando las bibliotecas (físicas) sin ningún temor, ya que las bibliotecas son lugares seguros que cuentan con todas las medidas de seguridad posibles y estipuladas: cuarentena de materiales, limitación de aforo, adecuación de espacios…
Hipótesis 2: Las personas se han acostumbrado a vivir sin la biblioteca física.
Luego estaría otro grupo de personas que, y si se puede decir, han aprendido a vivir sin la biblioteca física. Personas que se han adaptado y han encontrado otra forma de acceder a los servicios y recursos que les ofrecían las bibliotecas. Esto es algo que podemos ver en nosotros mismos. No digo con las bibliotecas, digo con otra serie de actividades o acciones que solíamos hacer antes de la pandemia y que ahora no hacemos. Pues hay personas que les ha pasado esto con la asistencia y utilización de bibliotecas físicas. Por ejemplo, personas que acudían a leer a la biblioteca ahora lo hacen en su casa o en parques, o personas que solicitaban ayuda e información presencial para realizar trabajos académicos ahora la piden a través de correo electrónico o teléfono.
Hipótesis 3: La biblioteca digital ha aplastado a la biblioteca física.
Las bibliotecas han hecho una apuesta digital muy fuerte, lo cual es buenísimo. Pero puede que la biblioteca digital haya canibalizado a gran parte de personas usuarias de la biblioteca física. Son personas usuarias que siguen utilizando las bibliotecas, pero ahora de otra manera. Solamente bastaría con echar un vistazo al crecimiento de personas usuarias de las plataformas de préstamo digital de las bibliotecas o la gran afluencia en actividades online. Por supuesto que entre dichas acciones también habrá personas nuevas y que anteriormente no utilizaban la biblioteca. Pero bien es cierto que se podría decir que antes había un grupo de personas usuarias que iba a la biblioteca a por libros o a sus actividades presenciales, y ahora su relación es plenamente digital, o híbrida.
Hipótesis 4: Los recortes hacen difícil la solvencia de la biblioteca física en la actualidad.
¿Para qué tener una biblioteca física si todo se soluciona con una online?, se podrían preguntar algunas personas. Tristemente entre dichas personas hay algunas que toman decisiones sobre nuestras bibliotecas, lo cual se traduce en recortes (palabra siempre presente en el mundo bibliotecario). Y a más recortes en las bibliotecas, menos afluencia de personas. Para confirmar esta hipótesis solamente bastaría con mirar a nuestro alrededor para ver cómo hay algunas bibliotecas que recortan sus horarios y otras que recortan sus plantillas, con el consiguiente recorte de servicios y actividades. En definitiva, si hay menos actividad en las bibliotecas, es lógico que haya menos afluencia de personas en ellas.
Hipótesis 5: La falta de inversión hace que la biblioteca física no pueda recuperar el pulso.
La falta de inversión también es un problema a la hora de asistir a la biblioteca física postpandémica. Lamentablemente en las bibliotecas se escucha más la palabra recortes que inversión… Y si no hay inversión en ellas, ¿cómo ofrecer a las personas nuevas colecciones físicas o nuevas actividades y servicios presenciales? Las personas tienen que sentir el estímulo que las lleve sí o sí hacia la biblioteca física. Un impulso capitaneado por la novedad y que no se vea sustituida por el placebo online. Una clara invitación a seguir disfrutando del pulso y del ritmo de la biblioteca presencial como antes sucedía.
[Texto publicado en la Revista Desiderata]
Imagen superior cortesía de Shutterstock
Qué pertinente reflexión sobre nuestro quehacer y la incertidumbre que nos acompaña. Gracias por introducir estas palabras
Gracias a ti por tu comentario y palabras, William… :)
Buenas tardes Julián,
En la biblioteca en la que trabajo(de barriada) he notado que muchas lectores de avanzada edad que venian cada semana han dejado de venir a raíz de la pandemia. También durante el confinamiento hicimos mucha publicidad de ebiblio y ha tenido como consecuencia que un tanto por ciento se haya pasado al libro digital. Sin lugar a dudas hay que buscar nuevas funciones para la institución de la biblioteca pública en este siglo XXI.
Gracias
Encarna
Hola, Encarna, buenas tardes. Muchas gracias por contar tu experiencia. Seguro que con el paso del tiempo, y del coronavirus, todo irá mejorando y la biblioteca irá recuperando la normalidad, y con ella a su comunidad. Saludos :)
Si, hay poca AFLUENCIA A LAS BIBLIOTECAS, y lo es desde antes de la aparición del conavirus. Si la bibliotecas contaran con suficientes CPU en red y conectadas a los servicios educativos, serían el eje entre ellos, por excelencia. Además deberían contar con personas preparadas en Informática, para ofrecer ayuda a las personas que desconocen acerca del tema y puedan así leer libros o novedades digitalizadas. En su momento y siendo alumna de escasos recursos, pude contar con los libros que exigía mi carrera de maestra cursada des 1955 hasta 1959, en la biblioteca de mi pueblo.
Hola, Elba. Muchas gracias por su comentario. Ojalá que pronto las bibliotecas recuperen a la confianza de las personas. Saludos!