Me encanta leer y ver leer en casa, ya sean libros en papel o libros electrónicos. Es algo que me llena de satisfacción por dentro… quizás un poco más ver leer a mi mujer e hijas, todo sea dicho. No obstante, estoy viviendo una situación en la cual existe cierta incompatibilidad en dicho sentimiento… y es que estoy compartiendo el lector de libros electrónicos con mi pareja.

Confieso que soy más de leer en papel, pero esta nueva oportunidad que le he dado al lector de libros electrónicos (ya es la tercera) me está atrapando. Quizás sea por el hecho de compartir dispositivo con mi mujer (lo cual hace que ambos queramos leer en todo momento) o quizás sea que he dado con los títulos clave para engancharme a la lectura sin prestar atención al soporte. La verdad es que estoy en duda, aunque puede ser una mezcla de ambas situaciones.

En esta nueva aventura lectora digital he encontrado (o revivido) algunos viejos problemas del pasado. Como, por ejemplo, no recordar el título y autor del libro que estoy leyendo al no ver nunca su cubierta (sí, realmente me ha pasado), no poder compartir fotos chulas de mis lecturas a través de las redes sociales (el papel tiene su encanto digital) o no saber a priori la longitud / tamaño del libro que voy a leer o estoy leyendo. No obstante, estos problemas son menores comparados con los encontrados al compartir el dispositivo de lectura electrónica de libros.

Y es que compartir eReader hace que exista cierta compatibilidad limitada en la lectura. No puedes leer cuando la otra persona está leyendo, y viceversa. La parte positiva es que nuestros índices de lectura están subiendo como la espuma por esa especie de «sana competición» en la posesión del dispositivo. Hecho que hace que me alegre, no me queda otra.

Situaciones reales (y algunas surrealistas) vividas a raíz de compartir el Kindle con mi mujer

A continuación, voy a compartir una serie de situaciones reales (algunas exageradas para darle un poco de humor al post, no diré cuales) vividas a raíz de compartir el Kindle con mi mujer (besos si me estás leyendo, todo lo que digo es desde el cariño). Dichas situaciones van desde la compra del dispositivo hasta una hipotética repartición de bienes, pasando por la configuración del lector, la velocidad de lectura y problemas varios. Allá van:

  1. «¿Por qué has comprado un Kindle si sabías que el otro era mejor? Nunca me haces caso. Por cierto, que sepas que este lector no funciona con el préstamo de libros electrónicos de las bibliotecas».
  2. «¿Por qué hemos tenido que comprar la funda con florecitas? Hubiese preferido que fuera negra».
  3. «¿Por qué has configurado el lector con tu nombre y cuenta de correo? Que sepas que es de los dos».
  4. «¿Cuánto te queda por leer? Me gustaría leer un rato antes de irme a dormir».
  5. «Cuando termines de leer tu libro, pon el mío. Que no se te olvide».
  6. «No me lo dejes sin batería, que mañana me lo llevo».
  7. «Esta semana estaré fuera de casa y me llevo el lector de libros electrónicos. Espero que no te moleste estar sin leer durante todo este tiempo».
  8. «¿Dónde has dejado el libro? No lo encuentro por ningún lado».
  9. «No llenes el lector con libros que no vas a leer nunca».
  10. «Para leer por la noche no es necesario que pongas la luz de la pantalla a tope… y si lo haces, recuerda ponerla como estaba cuando termines. Por cierto, que sepas que no me dejas dormir con tanta luz».
  11. «Oye, ¿cómo que lees tan rápido? Yo no avanzo apenas con mi libro».
  12. «Me quiero leer ya el libro que estás leyendo, así que termina rapidito».
  13. «He estado curioseando las frases que has subrayado en el libro que estás leyendo y veo que todas tienen que ver con chistes sobre suegras. ¿Te pasa algo con mi madre?»
  14. [Nota en pósit pegada en la pantalla del lector de libros electrónicos] «Cariño, he borrado todos tus libros sin querer. Espero que no te moleste. Por cierto, el libro que he empezado a leer está genial».
  15. «Si alguna vez nos separamos te puedes quedar con la televisión, pero el lector de libros electrónicos me lo quedo yo».

No sé si a alguno de vosotros os ha pasado esto o ha vivido estas mismas situaciones con su pareja u otro miembro de la familia. Me gustaría leer vuestros comentarios para no creer que soy la única persona o que estoy paranoico. Por cierto, el libro que estoy leyendo ahora mismo es «La vida a ratos», de Juan José Millás. Quizás esta paranoia sea fruto también de la lectura de este libro.

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