Seguro que en alguna ocasión te has hecho un corte en la mano con el filo de la página de un libro, o de cualquier otro documento, de manera accidental. Y seguro que sabes, porque lo has experimentado en primera persona, que sin ser un corte profundo es realmente doloroso. Todo tiene su explicación, y es por la alta concentración de terminaciones nerviosas que tenemos en nuestras manos y dedos.

«Todo es cuestión de anatomía», comenta la doctora y periodista Hayley Goldbach en la BBC, ya que en la punta de los dedos hay muchos más receptores de dolor incrustados que en casi cualquier otro lugar. De hecho, señala, que un mismo corte en el brazo, muslo o tobillo, aun siendo molesto, sería menos doloroso que hacérselo en los dedos. Todo tiene una explicación evolutiva del ser humano: «Es razonable que tu cerebro dedique más espacio neuronal a monitorear continuamente las posibles amenazas a tus manos, ya que son los principales vehículos que tiene el cuerpo para interactuar con el mundo».

Pero, además, existen otra serie de factores que hacen que los cortes con hojas de papel sean tan dolorosos: el filo del papel con forma de sierra y la exposición de los nervios al exterior. Puede parecer que el filo de una hoja de papel es recto y liso, pero si hiciéramos zoom sobre él veríamos como se parece más a una sierra dentada. Así que cuando el papel corta la piel deja un caótico camino de destrucción en lugar de una herida lisa.

Desgarra, rasga y hace trizas la piel, en lugar de hacer una rebanada limpia, como lo haría una navaja de afeitar o una hoja de cuchillo.

Luego estaría el factor de la poca profundidad del corte, el cual es capaz de sobrepasar la primera capa de la piel y dejar las terminaciones nerviosas al descubierto sin que llegue a sangrar el corte. Sobrepasar una capa más de piel propiciaría el sangrado y coagulación de la herida.

Sin el colchón de sangre, los receptores del dolor quedan expuestos a los elementos y, a menos que vendes rápidamente el corte de papel, esas neuronas seguirán enviando la alarma, advirtiendo a tu cerebro de un desastre inminente.

Todos estamos expuestos a sufrir en nuestras propias carnes el dolor del corte de una hoja de papel. Bien es cierto que, si eres un profesional de libro (editores, bibliotecarios, libreros…), de la documentación (administrativos, archiveros, documentalistas…) o simplemente eres un lector de libros en papel estarás más expuesto que otras personas a sufrir estas pequeñas heridas que no hacen justicia al dolor que provocan.

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