El mundo sigue prefiriendo leer libros en papel. Es verdad que la sociedad es cada vez más digital, pero el libro sigue inquebrantable frente al libro electrónico. Puede que sea una tendencia más a largo plazo, y no tan a corto como fueron las fotografías o las cintas. Tampoco esto tiene porqué suponer una lucha entre formatos. Al fin y al cabo, sale ganando la persona lectora al poder elegir de qué modo leer.
Recientemente la prestigiosa empresa de datos de mercado y consumidores Statista ha publicado una interesante estadística sobre este asunto. A través de un gráfico muestra la proporción estimada de la población que compró un libro electrónico y un libro impreso en determinados países durante 2020. Como podrás intuir por el párrafo de introducción, los libros en papel siguen siendo los favoritos para la compra en los países analizados.
Con la adopción masiva de teléfonos inteligentes, tabletas y lectores electrónicos en los últimos años, muchos han predicho que los libros impresos pronto se convertirán en una cosa del pasado. Y si bien es cierto que la gente utiliza sus dispositivos electrónicos para leer, sigue dependiendo en gran medida de la tinta y el papel cuando se trata de leer libros.

«Estos resultados sugieren que los libros electrónicos no serán el último clavo en el ataúd de los libros en papel, sino más bien un producto complementario»
La penetración de los libros electrónicos sigue siendo muy inferior a la de los libros en papel en todo el mundo. En España, por ejemplo, donde los libros electrónicos son cada vez más populares entre la población, se calcula que el 14,3 % de la población compró un libro electrónico el año pasado, frente al 49,3 % que compró un libro impreso.
China, Estados Unidos y Reino Unido son los países cuya población compran más libros electrónicos. Pero me gustaría destacar otros datos que me ha sorprendido, y tienen que ver con Alemania, reconocido líder mundial en sectores científicos y tecnológicos. Y es que solamente el 10,4 % de la población alemana compró un libro electrónico frente al 58 % que compró libros en papel durante el 2020.
Estos resultados sugieren que los libros electrónicos no serán el último clavo en el ataúd de los libros impresos, sino más bien un producto complementario que debería beneficiar en última instancia a la industria editorial. Puede que la gente coja un lector electrónico cuando vaya a la playa o al trabajo, pero en cuanto a los libros de verdad, no hay nada como los auténticos.
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