Joan Tarragó creyó que la lectura ayudaría a sus compañeros a evadirse del horror del campo de concentración nazi. Poco a poco iba sustrayendo los libros incautados por los alemanes a los nuevos presos, salvándolos de este modo de la hoguera. Y es así como nació esta biblioteca clandestina formada por unos 200 libros, la cual pasó a convertirse en la única esperanza para miles de deportados.

«Somos Documentales», programa de La 2 de RTVE, ofrece un interesante documental sobre la vida de Joan Tarragó, el bibliotecario de Mauthausen. Un documental de cerca de una hora en el cual conocer las duras vivencias de esta persona que arriesgó su vida para ofrecer algo de libertad a través de la lectura de libros.

Mauthausen (Austria) fue uno de los tristemente célebres campos de concentración nazis, en el que estuvieron presos 7.500 españoles republicanos, de los que sólo una tercera parte sobrevivió a la guerra. Durante la guerra, en este campo murieron más de 100.000 personas de 26 nacionalidades distintas. Los presos tuvieron que organizarse para poder sobrevivir, con los españoles a la cabeza, ya que se trataba de combatientes versados en técnicas militares. La idea de una biblioteca clandestina surgió en la mente de uno de estos presos: el catalán Joan Tarragó. Poco a poco, y a riesgo de su vida, fue sustrayendo volúmenes a los alemanes del campo, que escondía en un armario del barracón número 13. La pequeña biblioteca fue creciendo hasta alcanzar los dos centenares de obras, de autores como Emile Zola, Víctor Hugo o Fiodor Dostoievski. Gracias a estos libros, los presos podían escapar con la imaginación del horror que les rodeaba. Al fin y al cabo, “líber” en latín significa tanto libre como libro.

Biblioteca clandestina Mauthausen

La historia de la biblioteca clandestina del campo de concentración nazi de Mauthausen

Llibert Tarragó, hijo de Joan Tarragó, hace un repaso en el documental sobre la creación de la biblioteca clandestina de Mauthausen. Una triste, pero heroica, historia que le transmitió su padre y que podemos conocer ahora.

A partir de 1943, comenzaron a ingresar en el campo, numerosos deportados de Francia e Italia. Al llegar, les quitaban la ropa y confiscaban todas sus pertenencias. Eran españoles los encargados de esta labor. Descubrieron que había algo más entre lo que los nazis arrebataban a los recién llegados.

«Y mi padre se enteró que venían con libros. Muchos llegaban con libros, y le vino la idea a él, lo propuso al comité de resistencia montar una biblioteca clandestina. ¿Por qué? Primero había este punto ideológico entre republicanos españoles, esto de la educación que todo hombre tenía que educarse, leer, escuchar música, etc. Y mi padre, lo explicaba así, pensó que era un momento de liberación en el infierno poder leer un libro. Así es que montaron esta biblioteca, que llegó a 150 o 200 ejemplares en una barraca, la barraca 13. Y allí se montó la biblioteca».

En aquel barracón, bajo unas tablas sueltas del piso, disimuladas por las humildes literas de los presos, se ocultaron los libros de la biblioteca clandestina que llegó a sumar cerca de 200 ejemplares. Entre ellos, obras de Dostoievski, Zola, Hugo, Gorki, Stendhal. Y títulos como Crimen y Castigo, El sueño, Los miserables, La madre, La cartuja de Parma…

«A nosotros que tenemos acceso a los libros constantemente, nos cuesta imaginar que un libro sea un elemento liberador».  (Mario Escobar, Historiador y escritor) «Leer un libro en un campo de concentración es escapar de una realidad en la que vives, una realidad terrible». (Eduardo Juárez, Doctor en Historia. Universidad Carlos III) «Tener continuamente el miedo presente, delante de ti, y repetírtelo continuamente, eso acaba incluso matando». (Manuel Martín-Loeches, Catedrático de Psicobiología. Universidad Complutense de Madrid)

 «Al principio no había mucha gente, explicaba mi padre, que venía a leer, porque era en aquel ambiente algo muy inédito. Y luego empezó a venir la gente, y explica que se transformó como en un círculo de lectores, pero todo esto clandestinamente, cada libro escondido debajo del traje del deportado y leyendo de escondites. Pues no fue un fenómeno total, porque miles y miles de deportados y 150 o 200 libros solo, y de manera clandestina. Pero para los que pudieron leer, eso fue como salvarse por minutos u horas, salvarse del infierno».

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«Cuando mi padre regresó, continuó con esta ideología del libro, si lo puedo decir así. Y, bueno, no es que nos obligara a leer, pero decía: “Leer es ser libre”. […] Hacía patente la diferencia entre quienes quemaban libros y quienes los protegían y atesoraban».

Fuentes: RTVE | Wikipedia | BBC News | Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals