Agostino Ramelli, un destacado ingeniero e inventor del renacimiento italiano, concibió la rueda de libros en 1588. Presentada como uno de los 195 diseños en su obra «Las diversas e ingeniosas máquinas del Capitán Agostino Ramelli», la invención permitía leer varios libros desde un mismo lugar sin moverse. Los libros giran verticalmente, similar a una rueda hidráulica, ofreciendo una solución a los problemas conllevados por el gran tamaño de los libros de la época. Aunque nunca fue construida por Ramelli, la rueda de libros dejó una huella indeleble en la historia.

Ramelli diseñó la rueda de libros como una librería giratoria. Utilizando engranajes epicicloidales, un dispositivo complejo anteriormente utilizado solo en relojes astronómicos, aseguró que los libros mantuvieran un ángulo constante. Su diseño era innecesariamente elaborado, sirviendo como una demostración de su habilidad matemática. Aunque utilizando la gravedad podría haber obtenido el mismo resultado, optó por un sistema de engranajes más complejo, que se convertiría en su firma. Por cierto, la referencia de Ramelli a la gota, una enfermedad que afecta la movilidad, revela el atractivo de un dispositivo que permite acceder a diversos libros sin moverse.

Esta es una máquina hermosa y artificial, que es muy útil y conveniente para cualquiera que se deleite en el estudio, especialmente para aquellos que están inquietos y que sufren de gota; porque con esta fuerte máquina un hombre puede ver y leer gran cantidad de libros, sin moverse de un lugar: además, lleva con esta fe una hermosa conveniencia, que es sostener y ocupar poco espacio, en el lugar donde se la pone, como cualquier hombre de entendimiento bien puede entender por su definición. Esta rueda está hecha con el artificio que vemos, por cierto, está construida de tal manera que las encuadernaciones se colocan en los estantes, por mucho que se dé vuelta a dicha rueda, dichas encuadernaciones nunca se caen, ni se rompen. Se moverán del lugar donde se cuecen, por lo que permanecerán siempre en el mismo estado, y se representarán ante el lector de la misma forma en que fueron colocados en los estantes. Esta rueda se puede hacer grande y pequeña, según la voluntad de quien la hace hacer, observando sin embargo las proporciones de cada parte de los artificios de dicha rueda, como muy bien puede hacerlo, confiando diligentemente todas las partes de esta rueda pequeña, y los demás artificios que se ven en esta máquina: que partes están hechas por medidas y proporciones. Y para dar mayor inteligencia y conocimiento a todos los que desafiaron poner en funcionamiento dicha máquina, he apartado aquí y descubierto todos los artificios que se requieren en tal máquina, para que todos puedan entenderlos mejor y realizar la suya.

Las diversas e ingeniosas máquinas del Capitán Agostino Ramelli - Rueda de libros

La rueda de libros de Ramelli, un invento del siglo XVI para leer varios libros sin moverse

La rueda de libros fue un primer intento para gestionar el número creciente de obras impresas, que solían ser grandes y pesadas en la época de Ramelli. Considerada uno de los primeros dispositivos de «recuperación de información», ha sido vista como un precursor de tecnologías modernas como el hipertexto y los lectores de libros electrónicos. Su diseño intemporal ofrece una ventana a una época en la que el conocimiento era un tesoro precioso, y su búsqueda una noble ocupación.

Aunque comúnmente atribuida a Ramelli, la historia de las librerías giratorias podría tener orígenes más antiguos. El historiador de tecnología china Joseph Needham sugirió que, aunque no orientadas verticalmente, las librerías giratorias existían en China «quizás mil años antes de que el diseño de Ramelli se hiciera». La influencia de Ramelli, sin embargo, es innegable, inspirando tanto a otros ingenieros como a artistas modernos e historiadores.

La rueda de libros de Agostino Ramelli es más que una invención del pasado; es un símbolo perdurable de la creatividad y la innovación humana. Aunque su diseño era innecesariamente complejo, y a pesar de que nunca se construyó, su legado persiste como una fuente de inspiración y admiración. La rueda de libros, en su sencillez y complejidad, sigue siendo un recordatorio constante de lo que es posible cuando la imaginación, la habilidad y la pasión por el conocimiento se unen en un diseño que trasciende el tiempo y la tecnología.

Fuentes y más información: Wikipedia | Comunidad Baratz |