«El mejor camino para predecir el futuro es inventándolo» Alan Kay

El futuro de las bibliotecas es uno de los grandes enigmas. Muchos pensaron que con la llegada de Internet primero y después con la llegada de los libros electrónicos iban a tener las bibliotecas complicada su existencia. Por suerte se equivocaron, aunque posiblemente no iban desencaminados. Las bibliotecas aguantaron estos envites tecnológicos porque supieron adaptarse a ellos y porque las bibliotecas son mucho más que eso. Las bibliotecas orientan, ayudan, apoyan, aconsejan… a sus usuarios en el acceso de información y contenidos independientemente del formato en el que se encuentren. Muchos sectores e instituciones desaparecerían si achacásemos a Internet como culpable o competencia directa, véase el caso del periodismo donde todo el mundo puede publicar noticias a la red, el caso de los museos y galerías de arte con el acceso a colecciones y proyectos de recopilación artística existentes, y el caso de las bibliotecas con la llegada y proliferación del libro electrónico.

El futuro es imprevisible y aunque se trate siempre de dar unas pautas evolutivas éstas o son poco realistas o llegan antes de lo esperado. Eric Schmidt en su libro «The New Digital Age: Reshaping the Future of People, Nations and Business» trata de dar una serie de predicciones futuras, en las cuales destacan la enseñanza de la privacidad online desde las escuelas, en el año 2020 todo el mundo estará conectado a través del móvil, las noticias de última hora solamente estarán en los medios sociales (véase el caso de Twitter), nuestros datos estarán en la nube…

«El Darwinismo Digital ocurre cuando la tecnología y la sociedad evolucionan de una forma más acelerada que nuestra capacidad de adaptación» Brian Solis

Se puede decir que las bibliotecas son entidades que se adaptan a los cambios tecnológicos y sociales por muy rápidos que vengan estos cambios y por muy rígida que se piense que es la institución. Carolina De Volder argumentó esta adaptación al cambio en el mundo de las bibliotecas a través del término Darwinismo digital:

«Las bibliotecas deberán modificar su manera de hacer productos y servicios, replantear sus fundamentos (misión, visión) y estar atentos a las necesidades de la sociedad. Nos abocamos a un inminente transformación, a una (r)evolución, donde la relación biblioteca/bibliotecario-usuario es mucho más importante y las inquietudes y necesidades de ellos marcan los caminos a seguir. Lo que importa es cómo se interactúa con estos usuarios que cada día están más conectados y más informados, y que exigen cada vez más.»

Las bibliotecas conservan su nombre con el paso de los años. Es la marca por la que se le reconoce aunque ya no sean meras «cajas de libros». Las bibliotecas cada vez más tienden a ser estaciones de información o agencias de acceso a la información donde el protagonista sigue siendo el usuario y los servicios que se le dan a este. El bibliotecario es una de las partes principales de todo este entramado al ser el nexo de unión entre el usuario que busca, necesita o demanda un servicio y la sobreinformación existente y las necesidades formativas o de cualquiera otra magnitud que demande el usuario final.

La tendencia va hacia la conexión a través de Internet, por lo que las bibliotecas tendrán que estar tan atentas de sus usuarios físicos como de sus usuarios virtuales. El bibliotecario tiene que ser un perfecto conocedor de sus usuarios, cuales son sus necesidades y porqué van a la biblioteca o porqué prefieren hacer uso de los servicios de la biblioteca a través del mundo online. Los bibliotecarios están saliendo de esa zona de confort que años atrás disponían para convertirse en unos verdaderos probadores e implementadotes de las novedades que les demanda la sociedad y que son beneficiosas para la biblioteca y sus usuarios.

En el mundo cada vez más personas y cosas están conectadas a Internet. El objetivo de esta conexión es la de recabar datos e información sobre su uso de determinados elementos y patrones de conducta de las personas, transmitirlos, almacenarlos y analizarlos. Este «Internet de las cosas» puede llegar a ser de utilidad para las bibliotecas con la finalidad de recabar información de los usuarios y de los servicios y productos de la biblioteca. Por ejemplo, a través de sensores se podría llegar a medir el grado de utilización de cada elemento de la biblioteca, indicar la ubicación de un libro extraviado o mal colocado, saber el uso que los usuarios hacen de la biblioteca, monitorizar préstamos, medir la cantidad de información que hay en ese momento en la biblioteca, disponibilidad de productos y servicios, búsqueda de la eficacia energética de las bibliotecas… en fin, una gran lista de datos convertidos en información para hacer un mejor uso del servicio.

La clave está en la tecnología y en personalización de los servicios por cada usuario de la biblioteca. Para ello es más que necesario conocer los patrones de conducta de los usuarios en el uso de la biblioteca y de sus servicios con el objetivo de darles lo que quieren y necesitan en cada momento sin necesidad de que lleguen a preguntar por ello. De ahí la importancia de la conexión entre los datos disponibles de los usuarios con la información y colección que dispone la biblioteca con la finalidad de saber lo que quiere el usuario en cada momento y ofrecer una serie de recomendaciones que hagan sus búsquedas y necesidades más ágiles en cuanto al tiempo dedicado y a la relevancia de los contenidos. Aunque siempre se tendrá que tener en cuenta la privacidad e intimidad de las personas.

«Nunca vayas por el camino trazado, porque conduce hacia donde otros han ido ya» Alexander Graham Bell

[Texto extraído del Informe APEI: Bibliotecas ante el siglo XXI: nuevos medios y caminos]